LA REALIDAD Y LA FANTASÍA
Hacía los
cuatro o los seis años, los niños pasan bastante tiempo hablando de personajes
imaginarios y, se interesan extraordinariamente por los cuentos y los
personajes que aparecen en ellos. No es raro que el niño nos pregunte todo tipo
de detalles acerca de las brujas o de los fantasmas para añadir a continuación:
pero no existen.
En realidad,
lo que existe y lo que no existe no aparece en los niños con caracteres tan
nítidos como aparece en los adultos. Nosotros estamos acostumbrados a
diferenciar claramente, al menos en teoría, dos ámbitos diferentes: el de la
realidad objetiva, el de las cosas cuya existencia es exterior a nosotros y, el
ámbito de la fantasía o de la imaginación, que aunque se apoya también en nuestro
conocimiento de la realidad objetiva, está mucho menos sometido a las leyes que
gobiernan la construcción de esta última. Porque si examinamos las cosas con
profundidad, nos damos cuenta de que toda la realidad la construimos.
Nosotros vemos
el mundo de una determinada manera, porque lo hemos ido construyendo así por
interacción de nuestros instrumentos intelectuales en formación con una
realidad exterior que suponemos pero que sólo conocemos a través de esos
instrumentos.
Como bien sabemos, ya al nacer el niño dispone de sistemas que le permiten recibir información del exterior y que le ayudan a interpretarla. Dispone de distintos sistemas perceptivos y tiene preferencias por unos estímulos frente a otros.(ver capítulo ). A través de esos mecanismos y de su actividad sobre el mundo, tiene que ir construyendo una imagen de éste, que está determinada tanto por sus instrumentos de partida, como por la influencia del medio y de la cultura en la que vive, de tal manera que a través de sus experiencias el niño va construyendo una determinada representación de la realidad.
Como bien sabemos, ya al nacer el niño dispone de sistemas que le permiten recibir información del exterior y que le ayudan a interpretarla. Dispone de distintos sistemas perceptivos y tiene preferencias por unos estímulos frente a otros.(ver capítulo ). A través de esos mecanismos y de su actividad sobre el mundo, tiene que ir construyendo una imagen de éste, que está determinada tanto por sus instrumentos de partida, como por la influencia del medio y de la cultura en la que vive, de tal manera que a través de sus experiencias el niño va construyendo una determinada representación de la realidad.
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