lunes, 3 de noviembre de 2014

Primera entrada (LA REALIDAD Y LA FANTASÍA)


LA REALIDAD Y LA FANTASÍA
Hacía los cuatro o los seis años, los niños pasan bastante tiempo hablando de personajes imaginarios y, se interesan extraordinariamente por los cuentos y los personajes que aparecen en ellos. No es raro que el niño nos pregunte todo tipo de detalles acerca de las brujas o de los fantasmas para añadir a continuación: pero no existen. 
En realidad, lo que existe y lo que no existe no aparece en los niños con caracteres tan nítidos como aparece en los adultos. Nosotros estamos acostumbrados a diferenciar claramente, al menos en teoría, dos ámbitos diferentes: el de la realidad objetiva, el de las cosas cuya existencia es exterior a nosotros y, el ámbito de la fantasía o de la imaginación, que aunque se apoya también en nuestro conocimiento de la realidad objetiva, está mucho menos sometido a las leyes que gobiernan la construcción de esta última. Porque si examinamos las cosas con profundidad, nos damos cuenta de que toda la realidad la construimos.
Nosotros vemos el mundo de una determinada manera, porque lo hemos ido construyendo así por interacción de nuestros instrumentos intelectuales en formación con una realidad exterior que suponemos pero que sólo conocemos a través de esos instrumentos. 

Como bien sabemos, ya al nacer el niño dispone de sistemas que le permiten recibir información del exterior y que le ayudan a interpretarla. Dispone de distintos sistemas perceptivos y tiene preferencias por unos estímulos frente a otros.(ver capítulo ). A través de esos mecanismos y de su actividad sobre el mundo, tiene que ir construyendo una imagen de éste, que está determinada tanto por sus instrumentos de partida, como por la influencia del medio y de la cultura en la que vive, de tal manera que a través de sus experiencias el niño va construyendo una determinada representación de la realidad.

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